Leliraiza Ortega: Un diamante de belleza nacional

Hablar de Leliraiza Ortega, es hablar de la infinita belleza de la cual es propietaria la nación que nos dio el nacer, una cualidad asombrosa, casi mágica de que las mujeres nacidas en este terruño estén esculpidas con gloria y salero, con un toque de perfección, que las convierte en verdaderas joyas.
Esta bella modelo no es la excepción, porque es una muestra de la belleza nacional y su hermoso rostro, estarán dentro de poco engalanando los más grandes productos y liderizando las mejores campañas publicitarias, porque en ella se ve que pronto el mundo estará postrado ante su talento.
Nació el 17 de junio de 1987, reside en Acarigua en el estado Portuguesa y sintió el llamado del modelaje a los 8 años de edad y es por eso que a pesar de tener tan sólo 20 años de edad, ya tiene 12 de ellos en este medio, destacándose en su feudo y en el exterior en varios trabajos que ha hecho.
A los 12 formó parte de un calendario de niños en Noruega y en 1999 hizo pasarelas e imagen para bebidas infantiles en Hannover.
En la actualidad tiene dos proyectos, uno de ellos en México, el otro en Colombia, mediante los cuales tendrá la oportunidad de compartir funciones con personajes de este mundo a nivel global.
Se siente orgullosa de ser venezolana y le encanta que la hermosura de las criollas sea reconocida en todos lados que va, por eso se esfuerza por mantener esa imagen del país en todo el planeta, haciendo las mejores fotos y dando lo mejor de sí en las pasarelas internacionales.
Cuando está afuera, confiesa que le resulta difícil, estar separada de sus padres, porque su familia es sencillamente lo máximo para ella, por ello pone lo mejor de sí y se adapta lo mejor posible a los esquemas rigurosos de trabajo de otros países, para siempre hacer valer su condición de mujer responsable.
Si su vida fuera un libro no tenía nombre, pues no cree que exista un termino que la abarque por completo, sólo la define como maravillosa en todos los sentidos, por eso prefiere no ponerle un mote pronunciable y seguir admirándola en su carácter intangible, pero espectacular.