24.1.04

Venezuela cumple 107 años de películas

Juan Pablo Valero
Un 28 de enero, en el teatro Baralt de la capital zuliana se proyectaron las primeras películas tituladas “Un célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”. Para los presentes era algo digno de los mejores magos del mundo, Para la historia, sería el momento en que comenzó la llegada del séptimo arte al país, el día nacional del cine.
107 años después, tenemos un cine incomprendido y poco desarrollado. La piedra angular de esta situación es la falta de información y de interés que tiene el cinéfilo nacional por los films hechos en Venezuela. A partir de 1907, hasta 1927, comienza la producción de películas basadas en la filmación de fiestas, eventos y actos oficiales. Era el inicio de la realización nacional y de una larga carrera que ha pasado desapercibida por los propios ciudadanos por la cual se hicieron.
Cuando llegaron las salas de cine al país, las cintas de ficción extranjeras fueron para cubrir las expectativas y necesidades del público venezolano de una manera satisfactoria. Los acuerdos que existían para la proyección de películas provenían de grupos individuales, en su mayor parte eran de capital extranjero, y situación que obliga a dejar a un lado la temática nacional, aunque eso no significó la muerte del arte en Venezuela.
En 1937, se lleva a las salas, la primera película sonora, “Taboga”, dirigida por Aníbal Rivero y Carlos Eduardo Ascanio, esta producción contó con la musicalización y participación del maestro Billo Frometa. En la década de los 40 se dieron grandes películas: “Juan de la calle” (1941) de Rafael Rivero, con guión de Rómulo Gallegos. “La balandra Elizabeth llegó esta tarde” (1949) del argentino Carlos Hugo Christensen, con el guión de Aquiles Nazoa, basado en el cuento de Guillermo Meneses.En 1958, el cine “made in Venezuela” toma un segundo aire, aparece el Cine de Encargo, como modalidad documental a favor del oficialismo de ese entonces. Se proyectan los documentales “Araya” que compartiera “La Palma de Oro” con “Hiroshima Mom Amour” de Alain Resnais, de Margot Benacerraf, quien ganó en 1952 el “Oso de Oro” del Festival de Berlín con el cortometraje “Reverón”.
En 1960 se formula la Política de Sustitución de Importaciones, encargada de introducir a los grupos económicos trasnacionales que posteriormente se encargarían de controlar la importación, distribución y exhibición del material fílmico. Se crea el Grupo Blancica. En 1963, se crea la Cámara de la Industria Cinematográfica Nacional.
En 1964 con la proyección de “Crónica de un subversivo latinoamericano” de Mauricio Wellertein, se pone de manifiesto la crítica hacia la situación que vivía el país. Talento nacional En 1967, se hace el primer intento por redactar una Ley del Cine Nacional, en 1969 es fundado el Centro de Cine Documental de la ULA, y se crea la Asociación de Autores Gráficos. 1973, fue un año clave.
La exhibición de “Cuando quiero llorar no lloro”, de Mauricio Walertein, demostró que se podía producir una película de alta factura. En 1979 se proyecta “Soy un delincuente” de Clemente De la Cerda y “El Pez que Fuma” y “Carmen la que contaba dieciséis años”, de Román Chalbaud. Películas que se convirtieron en un éxito en taquilla y colocaron este renglón como un aspecto rentable.
En las dos décadas siguientes, el cine venezolano va a estar caracterizado por la presencia de lo melodramático con acento criollista, la temática de la pobreza y de los delincuentes, que opacó el intento de crear nuevas tendencias de ficción y darle una verdadera apertura de géneros al cine nacional.
Desde finales de los 70 hasta mediados de los ochenta, los espectadores pasan factura y el cine nacional se estanca. Ante la crisis es necesario realizar una reinvención y en 1980 se crea el Departamento de Cine de la ULA, y se programa la primera edición del Festival Nacional de Cine Nacional.
En 1981, el entonces Ministerio de Fomento creó el Fondo de Fomento Cinematográfico (Foncine) para estimular la producción del cine nacional, que comenzó a funcionar en 1983. La boletería se recupera con “Cangrejo”, protagonizada por Miguel Angel Landa y dirigida por Chalbaud. En 1990 mientras la Ley Nacional del Cine se debatía, Foncine se declaró a punto de quiebra.
En ese momento el Conac, Consejo Nacional de la Cultura, creó los Premios Nacionales de Cine. En 1993 el 8 de septiembre aparece publicada en Gaceta Oficial la Ley de Cinematografía Nacional. Después de más de 30 años, en los que la cinematografía venezolana estuvo enmarcada en una lucha incesante por establecer una ley que diseñara los lineamientos en la proyección y difusión nacional.
Al año siguiente se dan importantes avances. Se realiza la primera obra de autor titulada “Compañero de viaje”, a cargo de Clemente De la Cerda, quien se atrevió a cambiar la temática de crítica social, dando privilegio al sentimiento, a pesar del fracaso en taquilla. También se incluye por primera vez el tema de la afectividad, con la película “Máxima Felicidad “, de Mauricio Walerstein.
Es la época del cambio en la búsqueda de un lenguaje personal. Hoy el cine nacional con 107 años de edad, se debate entre quedar relegado o formar parte de una tendencia mundial de resurgimiento del séptimo arte nacional. Aunque no parezca Venezuela ha dado muy buenos síntomas con las producciones de los últimos años. Los contundentes éxitos de los hermanos Primera en sus comedias cinematográficas, llenaron las salas a mediados de los 90 y aunque las películas no tuvieron gran calidad, se demostró que sí se podía volcar la atención en la pantalla grande. Películas como “Amaneció de golpe”, “Una vida y dos mandados”, “100 años de perdón” y la reconocida “Manuela Sanz”, se convirtieron en éxitos relativos de boletería.
Estos films fueron muy bien recibidos por los canales de TV internacionales que las destinaron a emitirlas en horarios estelares, registrando un alto nivel de sintonía. Nuestro cine necesita un nuevo impulso, porque la calidad demuestra que se puede tener una industria sólida y repetir el fenómeno que se está dando en Argentina y México, donde el término “nuevo cine” ha marcado la pauta, no sería iluso pensar que estamos preparados para “el nuevo cine venezolano”.