Secuestro Express: De Venezuela para el mundo
Juan Pablo Valero
HACE ALGUNOS AÑOS, pensar en el éxito de una película venezolana, era tan sólo una utopía, ahora en pleno año 2005, Jonathan Jakubowicz desmorona la teoría de que el cine criollo no tiene esperanza, con su opera prima, que está llamada a ser la gran heroína en el mundo del celuloide venezolano, porque al igual que la pisada de Neil Armstrong en la Luna, este pequeño paso significa un gran salto para nuestra ideología y para la historia que comenzó el 28 de enero de 1897.
En la actualidad el cine venezolano está experimentando un gran salto y se están dando explosiones de creatividad en varias escalas, desde una película hecha en Valencia convertida en un éxito en España, hasta un estreno mundial de un largometraje criollo.
También hay que destacar el éxito en taquilla de la peor película de todos los tiempos hecha en Venezuela, que a pesar de ser vulgar, vergonzosa, mal hecha, pobre, poco original y facturada por debajo del nivel de las cintas universitarias, demostró que en la industria fílmica de nuestro feudo, afortunadamente hay muchas otras cosas que están mandando.
Secuestro Express se estrenará mundialmente, de la mano del prestigioso estudio Miramax, el mismo que ha distribuido filmes como Amelié. Cabe destacar, que esta es la primera película venezolana en ser distribuida por un estudio Norteamericano.
DEJATE SECUESTRAR
En América Latina, la grave situación económica ha llevado a un grupo de personas a usar el crimen como medio de vida, para ellos ganarse el salario de muchos años de vida en una sola noche, es prioridad y por eso salen a las calles a patear la vida y marcar a sus víctimas, quienes le darán su ansiado sustento monetario.
Secuestro Express narra la historia de Trece (Carlos Molina), Budu (Pedro Pérez) y Niga (Carlos Madera), tres delincuentes que se dedican al secuestro express como medio de subsistencia. Su manera de operar es muy sencilla, raptan a gente de dinero, piden cantidades pequeñas para su rescate, lo que hace posible que los familiares de sus rehenes saquen el monto muy fácilmente, paguen, liberen a sus "huéspedes" y por lo general eso no trascendía a los cuerpos policiales.
Ellos se acercan a una discoteca de moda y eligen a sus "clientes" de la noche, los seleccionados fueron Carla (Mía Maestro) y Martin (Jean Paul Leroux); quienes estaban a punto de pasar una desenfrenada noche llena de terror, adrenalina, olor a pólvora y muchos giros del destino, que buscaba castigarlos y premiarlos según las circunstancias de cada uno de los momentos que se vivieron en las siguientes horas.
En medio de una metrópolis, donde el manto de la noche la viste de caos y sensaciones encontradas, estos cincos personajes cruzaran más de una vez el umbral de los miedos, de las realidades y de las cosas que no se deben hacer bajo ningún escenario. Carla y Martín en el amanecer de ese día, conocen a una ciudad que nunca habían visto, por estar metidos en su mundo. Sergio (Rubén Blades), padre de Carla es quien tiene que pagar el dinero para salvar a su hija, mientras que a través de una línea telefónica se crea una nueva guerra, que en vez de balas, usa las palabras como artillería. Sergio y los captores se enfrentan en un campo de batalla y no se sabrá el resultado de esta disputa.
Hay que advertir que esta cinta no tiene medias tintas y es dura como la realidad que quiere mostrar al público, los hechos son presentados de una manera directa, sin muchos adornos, con una honestidad que tilda en lo brutal, porque al fin y al cabo, las cosas son como son.
Sin duda es una gran opción, porque es una gran película y tiene todos los elementos para mantener al espectador pegado a su butaca, porque muchas de las secuencias harán latir el corazón y dudar, porque aquí cualquier resultado es posible.
HACE ALGUNOS AÑOS, pensar en el éxito de una película venezolana, era tan sólo una utopía, ahora en pleno año 2005, Jonathan Jakubowicz desmorona la teoría de que el cine criollo no tiene esperanza, con su opera prima, que está llamada a ser la gran heroína en el mundo del celuloide venezolano, porque al igual que la pisada de Neil Armstrong en la Luna, este pequeño paso significa un gran salto para nuestra ideología y para la historia que comenzó el 28 de enero de 1897.
En la actualidad el cine venezolano está experimentando un gran salto y se están dando explosiones de creatividad en varias escalas, desde una película hecha en Valencia convertida en un éxito en España, hasta un estreno mundial de un largometraje criollo.
También hay que destacar el éxito en taquilla de la peor película de todos los tiempos hecha en Venezuela, que a pesar de ser vulgar, vergonzosa, mal hecha, pobre, poco original y facturada por debajo del nivel de las cintas universitarias, demostró que en la industria fílmica de nuestro feudo, afortunadamente hay muchas otras cosas que están mandando.
Secuestro Express se estrenará mundialmente, de la mano del prestigioso estudio Miramax, el mismo que ha distribuido filmes como Amelié. Cabe destacar, que esta es la primera película venezolana en ser distribuida por un estudio Norteamericano.
DEJATE SECUESTRAR
En América Latina, la grave situación económica ha llevado a un grupo de personas a usar el crimen como medio de vida, para ellos ganarse el salario de muchos años de vida en una sola noche, es prioridad y por eso salen a las calles a patear la vida y marcar a sus víctimas, quienes le darán su ansiado sustento monetario.
Secuestro Express narra la historia de Trece (Carlos Molina), Budu (Pedro Pérez) y Niga (Carlos Madera), tres delincuentes que se dedican al secuestro express como medio de subsistencia. Su manera de operar es muy sencilla, raptan a gente de dinero, piden cantidades pequeñas para su rescate, lo que hace posible que los familiares de sus rehenes saquen el monto muy fácilmente, paguen, liberen a sus "huéspedes" y por lo general eso no trascendía a los cuerpos policiales.
Ellos se acercan a una discoteca de moda y eligen a sus "clientes" de la noche, los seleccionados fueron Carla (Mía Maestro) y Martin (Jean Paul Leroux); quienes estaban a punto de pasar una desenfrenada noche llena de terror, adrenalina, olor a pólvora y muchos giros del destino, que buscaba castigarlos y premiarlos según las circunstancias de cada uno de los momentos que se vivieron en las siguientes horas.
En medio de una metrópolis, donde el manto de la noche la viste de caos y sensaciones encontradas, estos cincos personajes cruzaran más de una vez el umbral de los miedos, de las realidades y de las cosas que no se deben hacer bajo ningún escenario. Carla y Martín en el amanecer de ese día, conocen a una ciudad que nunca habían visto, por estar metidos en su mundo. Sergio (Rubén Blades), padre de Carla es quien tiene que pagar el dinero para salvar a su hija, mientras que a través de una línea telefónica se crea una nueva guerra, que en vez de balas, usa las palabras como artillería. Sergio y los captores se enfrentan en un campo de batalla y no se sabrá el resultado de esta disputa.
Hay que advertir que esta cinta no tiene medias tintas y es dura como la realidad que quiere mostrar al público, los hechos son presentados de una manera directa, sin muchos adornos, con una honestidad que tilda en lo brutal, porque al fin y al cabo, las cosas son como son.
Sin duda es una gran opción, porque es una gran película y tiene todos los elementos para mantener al espectador pegado a su butaca, porque muchas de las secuencias harán latir el corazón y dudar, porque aquí cualquier resultado es posible.
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