Scoop
Juan Pablo Valero
"No hay que tomarse la vida en serio, porque de ella jamás saldrás vivo" es una frase que reina en los comentarios entre amigos, en publicaciones de diferentes naturalezas y en la nueva producción de Woody Allen "Scoop".
Woody Allen se aleja de su querido Manhattan y repite en la capital inglesa, esta vez con una óptica bastante ligera, donde el pensamiento estadounidense e inglés se topa en las largas charlas de la aristocracia de esas latitudes y se mezclan en las cartas de un mago a punto de jubilación.
El director esta vez apuesta por explicaciones poco convincentes para sostener los elementos de su historia, a tal punto que algunas de ellas pueden compararse con las que se ven en los largometrajes para adolescentes "made in Hollywood".
A pesar de este cambio, Allen no renuncia a su gran sentido del humor y demuestra con creces que hasta en una producción de esa talla puede salir bien parado, porque sin el mayor de sus esfuerzos pudo hacer una cinta para pasar el rato, reirse y comer cotufas en cualquier sala del país, sin que eso represente una mala inversión para el bolsillo del cinéfilo criollo.
El director repite a la protagonista Scarlett Johansson, quien da vida a Sondra Pranski, una estudiante de periodismo que busca la razón de su futura profesión en tierras foráneas, sin saber que en un acto de magia la muerte le cambiaría la vida.
Woody Allen interpreta a Sidney Waterman, un mago conocido como "Splendini", quien está viviendo al día con sus trucos y su habilidad de sacar conejos y excusas del sombrero o de cualquier parte, según sea el caso.
En una de sus rutinas llama a Sondra que estaba en la audiencia en uno de sus actos y la invita a pasar a su caja "desmaterializadora", donde la haría desaparecer ante la mirada de los espectadores. En esta acción la bella chica se encuentra cara a cara con el fantasma del recién fallecido Joe Strombel, un periodista famoso por su agudo sentido de la noticia y en ese lugar revela su última primicia que convierte a un prominente miembro de la sociedad en el principal sospechoso de ser el "asesino del tarot".
El espíritu del reportero escapó de la barca de la muerte para contar lo que sería su última noticia de primera plana. En su afán para lograr esta meta, Strombel se le aparece a Sydney y lo convence para ayudar a su amiga a conseguir la primicia del siglo.
Este par decide vestirse en otras pieles y disfrazan con ellas su simplicidad y se hacen pasar como empresarios americanos e irónicamente se convierten en la sensación del jet set londinense.
Mientras tanto, el presunto asesino (Hugh Jackman) pone los ojos en Sondra y ella le devuelve la atención, creando un sentimiento entre ambos que pone en peligro la investigación de esta aspirante del periodismo y generará muchas situaciones extrañas pero cargadas de comicidad.
En Internet, muchos de los amantes del cine de Allen han arremetido contra la falta de complejidad de la cinta pero han coincidido con el toque genial de la comedia; en su mayoría han aceptado esta producción como el lujo que se puede dar este director de hacer algo "Light" y escapar de si mismo, logrando en este intento la creación de una cinta que genera risas a un nivel superior que los estrenos que se vendieron al público con la promesa de divertir a la audiencia, cuando en realidad era un drama fastidioso. Véase "Click".
Algo genial de esta cinta, es el enfoque se que le da a la muerte, donde un grupo de difuntos comentan una variedad de temas sin preocupaciones de ninguna especie, concientes de que ahora tienen todo el tiempo del mundo para perderlo.
Ellos son trasportados en una barca capitaneada por la muerte la cual se viste de su traje clásico de monje oscuro con una hoz en su mano derecha y se deja burlar por sus tripulantes una y otra vez, debido a la tranquilidad de su empleo y a la realidad que tarde o temprano cualquier evasor regresará como un corderito a sus manos seniles.
Luego de la tormenta viene la calma y Woody Allen demuestra que después de regresar a lo grande con "Match Point" se puede crear un clásico de la nada.
Woody Allen se aleja de su querido Manhattan y repite en la capital inglesa, esta vez con una óptica bastante ligera, donde el pensamiento estadounidense e inglés se topa en las largas charlas de la aristocracia de esas latitudes y se mezclan en las cartas de un mago a punto de jubilación.
El director esta vez apuesta por explicaciones poco convincentes para sostener los elementos de su historia, a tal punto que algunas de ellas pueden compararse con las que se ven en los largometrajes para adolescentes "made in Hollywood".
A pesar de este cambio, Allen no renuncia a su gran sentido del humor y demuestra con creces que hasta en una producción de esa talla puede salir bien parado, porque sin el mayor de sus esfuerzos pudo hacer una cinta para pasar el rato, reirse y comer cotufas en cualquier sala del país, sin que eso represente una mala inversión para el bolsillo del cinéfilo criollo.
El director repite a la protagonista Scarlett Johansson, quien da vida a Sondra Pranski, una estudiante de periodismo que busca la razón de su futura profesión en tierras foráneas, sin saber que en un acto de magia la muerte le cambiaría la vida.
Woody Allen interpreta a Sidney Waterman, un mago conocido como "Splendini", quien está viviendo al día con sus trucos y su habilidad de sacar conejos y excusas del sombrero o de cualquier parte, según sea el caso.
En una de sus rutinas llama a Sondra que estaba en la audiencia en uno de sus actos y la invita a pasar a su caja "desmaterializadora", donde la haría desaparecer ante la mirada de los espectadores. En esta acción la bella chica se encuentra cara a cara con el fantasma del recién fallecido Joe Strombel, un periodista famoso por su agudo sentido de la noticia y en ese lugar revela su última primicia que convierte a un prominente miembro de la sociedad en el principal sospechoso de ser el "asesino del tarot".
El espíritu del reportero escapó de la barca de la muerte para contar lo que sería su última noticia de primera plana. En su afán para lograr esta meta, Strombel se le aparece a Sydney y lo convence para ayudar a su amiga a conseguir la primicia del siglo.
Este par decide vestirse en otras pieles y disfrazan con ellas su simplicidad y se hacen pasar como empresarios americanos e irónicamente se convierten en la sensación del jet set londinense.
Mientras tanto, el presunto asesino (Hugh Jackman) pone los ojos en Sondra y ella le devuelve la atención, creando un sentimiento entre ambos que pone en peligro la investigación de esta aspirante del periodismo y generará muchas situaciones extrañas pero cargadas de comicidad.
En Internet, muchos de los amantes del cine de Allen han arremetido contra la falta de complejidad de la cinta pero han coincidido con el toque genial de la comedia; en su mayoría han aceptado esta producción como el lujo que se puede dar este director de hacer algo "Light" y escapar de si mismo, logrando en este intento la creación de una cinta que genera risas a un nivel superior que los estrenos que se vendieron al público con la promesa de divertir a la audiencia, cuando en realidad era un drama fastidioso. Véase "Click".
Algo genial de esta cinta, es el enfoque se que le da a la muerte, donde un grupo de difuntos comentan una variedad de temas sin preocupaciones de ninguna especie, concientes de que ahora tienen todo el tiempo del mundo para perderlo.
Ellos son trasportados en una barca capitaneada por la muerte la cual se viste de su traje clásico de monje oscuro con una hoz en su mano derecha y se deja burlar por sus tripulantes una y otra vez, debido a la tranquilidad de su empleo y a la realidad que tarde o temprano cualquier evasor regresará como un corderito a sus manos seniles.
Luego de la tormenta viene la calma y Woody Allen demuestra que después de regresar a lo grande con "Match Point" se puede crear un clásico de la nada.