28.10.06

Héctor el pregonero


Juan Pablo Valero


La Real Academia Española define la palabra pregonero como una persona que divulga algo que es ignorado. Mi tío Héctor era sin duda una persona que respondía a este concepto; era, sin duda el hombre que no cabía en el reino de los cabilderos, cafres, cenutrios y adoquines, él era un vocero insigne de muchos conocimientos, los cuales se resumían en una de las palabras más poderosas del mundo y del acervo lingüístico del idioma que nació en Castilla: Amor.
Mi tío y padrino fue una persona que siempre se manifestaba, cada vez que tenía la oportunidad, para discernir cualquier cantidad de tópicos, porque suyo fue el don de la palabra y con ella conquistó corazones, amansó tempestades y sembró en cada persona que lo conoció una semilla repleta de sentimientos nobles.
Aunque "Chapatín" ya no está con nosotros, su legado queda y por ello se ha ganado la eternidad, porque siempre estará en nuestros corazones y en el futuro, porque sus palabras resuenan ahora más que nunca, en este momento.
Amante de las epístolas en tiempos en donde cualquier símbolo puede expresar un mensaje, mi padrino fue defensor acérrimo de los diálogos entre las personas y siempre alzó la premisa de que la conexión entre sílabas, la palabra, debería dejar algo más que vibraciones y sonidos. Por eso él fue su propio conejillo de indias y fue ejemplo de su hipótesis, por eso siempre en sus labios habían nuevas sonoridades y nunca se cohibió de decirle a las personas todo lo que sentía por ellas.
Héctor Montaner fue y es un gran tío, un gran hermano, un gran padre, un gran esposo, un gran hijo y un magnífico ser humano que dejó su sello, su marca en quienes lo conocieron y se rigió bajo el dicho de "hacer bien y no mirar a quien".
De este ser especial aprendí muchas cosas, entre las cuales destaca su modo particular de nunca dejar pasar la ocasión para decirle a los suyos lo que siente, de decir "te quiero" o "te amo", palabras tan profundas y a la vez tan sencillas y que muchas veces no se pronuncian, dejando de lado la oportunidad de demostrar cariño, solidaridad, amor... sentimientos que nunca se deben dejar de expresar a nuestros seres queridos.
También fue una fuente de consejos de todos los calibres y un promotor de escucharlos, especialmente cuando provienen de una madre, de un padre o de un hermano, porque a veces muchas personas se cierran ante su terquedad y luego lamentan no haber atendido el llamado de quien realmente quiere lo mejor para ellos.
Otra herencia de Héctor Montaner es la alegría, siempre la llevó consigo a todos los lugares y cada vez que tenía la oportunidad generaba a su alrededor risas a montones; fue ese otro de sus sellos, el de un ser humano repleto de virtudes que buscaba crear y disfrutar de los mejores momentos.
Mi tío, de cabellos blancos, era todo un héroe, de esos anónimos, de esos que todos los días hacía algo por el conglomerado de seres que se topaban con él en las calles, en su trabajo, en su casa; para muchos, él tenía la respuesta indicada, la que se constituía en bálsamo cuando todo parecía estar mal.
Otra de sus características era la facilidad de labrar futuros y, con su manera de ser, influenciar a muchos, especialmente en los proyectos a futuro; gracias a sus comentarios y ocurrencias, hoy en día un grupo de ciudadanos puede decir "yo soy lo que soy" gracias a una conversación de antología que sostuvo con el personaje en el que hoy se centra mi columna.
El tío Héctor fue en vida un agente de cambio; siempre procuró poner todo su empeño en mejorar las cosas y llenar el ambiente con pinceladas de buen humor; inyectó jocosidad a las reuniones donde participó; dejó mensajes donde invitaba a la reflexión; fue poeta; escritor; un alma variopinta rica en detalles, rica en sentimientos; fue un divisor de etapas y hay quienes pueden decir que sus vidas tiene un "antes de Héctor y después de Héctor".
Al igual que el personaje de la mitología griega que lleva su nombre, mi tío fue valiente como ninguno, enfrentó muchos obstáculos con su mejor ánimo y luego de superarlos, aprovechó las circunstancias para hacer crecer a otros con sus experiencias y demostró que, con risas, cualquier dificultad puede vencerse.
Yo sé que este pequeño homenaje no es suficiente para este gran hombre, pero espero que su ejemplo sea tomado en cuenta por quienes quedan y que entiendan que uno debe siempre luchar por los suyos y dejar el egoísmo de lado porque al final, lo que sembramos es lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos.
El reino de los cielos obtuvo una gran adquisición y el mundo donde nosotros nos desenvolvemos se impregnó de tu presencia, porque siempre estarás vivo en nuestros corazones.
Ante tu ausencia aún espero ese grito de guerra que antecedía a tu entrada: "!Sobrino!", palabras que pronunciabas con la misma emoción de un maestro de ceremonias y que abrían, detrás de esa trisílaba, los telones a grandes conversaciones.
En estos momentos debes estar usando, como siempre, el sonido del vaso a falta de cascabeles o campanas. Esta vez estarás llamando la atención de San Pedro u otro Santo Mayor para comenzar a pronunciar palabras por tu arribo al reino del Altísimo; sin duda las nubes ganaron a un gran orador, a quien en esta dimensión ya era un ángel.

21.10.06

Old Boy


Juan Pablo Valero

Ante la fórmula desgastada de cine americano, las audiencias están buscando alternativas para su deleite y es por eso que los adictos al terror están concentrados en el mundo oriental; los de la acción están viendo filmes chinos, franceses y japoneses y los que quieren sorpresas deciden ver largometrajes de varias nacionalidades tratando de hallar lo que Hollywood perdió hace unos tres años: La originalidad.
Una alternativa para los cinéfilos que quieren ver elementos nuevos y concepción novedosa de los personajes es "Old Boy", aunque su temática puede ser fuerte para los ciudadanos sensibles que gusten de cintas sin complicaciones, porque esta producción, en la que se centra la columna del día hoy, es bastante intensa e incómoda por la temática que aborda sin tapujos de ninguna naturaleza.
Esta producción de Corea del Sur narra el extraño momento en que Oh Dae-su (Choi Min-sik) pierde su vida perfecta en el año de 1988, cuando es secuestrado por un grupo misterioso y tiene que abandonar su vida perfecta conformada por una hermosa esposa y una linda hija.
Cuando recobra el conocimiento se encuentra en una habitación desconocida. Cuando intenta escapar se da cuenta que está encerrado y en su nueva prisión se entera de hechos devastadores a través de la televisión que está instalada en ese cuarto; con pavor se entera que él es el principal sospechoso de un brutal crimen y no puede salir para defenderse de esas acusaciones.
Los minutos mueren para darle paso a las horas; las horas hacen lo mismo para darle bienvenida a los días y estos últimos fenecen al pie de los años; y Oh Dae-su sigue prisionero en ese lugar, donde siempre es atendido por un personal que hace labores de limpieza, peluquería y cocina, dándole todo lo que necesita para vivir.
A pesar de todos sus intentos por escapar, el protagonista sigue anclado en su espacio de 15 metros cuadrados, reeducándose con la programación de la televisión, escribiendo en un cuaderno una lista de las personas a quienes hizo daño y con el fiel deseo de vengarse de la persona que lo convirtió en un esclavo del tiempo perdido.
Durante los quince años que estuvo de reo, Oh Dae-su hace ejercicios mentales y físicos para prepararse para el momento en el que se enfrentará a su enemigo, quien decide liberarlo en la azotea de un edificio, con una cartera llena de dinero y un celular.
Cuando el cautivo sale y se acostumbra a la luz solar, recibe la llamada que esperaba y habla por primera vez con quien lo mantuvo encerrado. Cuando al fin lo tiene cara a cara, su némesis le recomienda que se tome unos días para saber el por qué de la terrible acción en su contra; el protagonista tiene que sublevar su deseo de venganza y averiguar las razones que lo llevaron a perder 15 años de su vida y así matar la legión de demonios que lleva por dentro.
Hablar más sobre la trama es correr el riesgo de develar elementos muy sorpresivos de esta historia que mezcla tópicos encontrados en las historietas, animes y la tragedia de la Grecia antigua, con pinceladas del cine de terror y suspenso clásico.
El director Park Chan-wook, hace un excelente trabajo detrás de las cámaras, llevando al espectador a un mundo de imágenes muy fuertes y poderosas, que a pesar de tener elementos violentos en ellas, sólo las muestra lo necesario y así evita caer en los errores de otros colegas que se vanaglorian mostrando escenas dantescas sin ningún tipo de contenido.
El verdadero impacto de la cinta no está en lo gráfico de la película, sino en lo que el cinéfilo va a recibir en su psiquis, porque los temas que se tocan son bastante fuertes y la resolución de los conflictos son una especie de bofetada anímica que llegará cuando menos se espere y será tan poderosa que cambiará las apreciaciones de cada uno de los personajes que intervienen en la trama.
Las actuaciones están fuera de serie, el protagonista Choi Min-sik supo plasmar un complejo personal capaz de cambiar la forma de ser, la vida de una persona que pasa del adolescente enfadado con las autoridades y con un enorme cóctel de hormonas, a un adulto esquemático en búsqueda de válvulas de escape como la bebida para al final convertirse en una especie de monstruo por las vivencias amargas que le ha tocado vivir las cuales, paradójicamente, lo preparan para hechos aún peores que no pueden ser imaginados por el público que ve esta cinta.
Woo Ji-tae interpreta a Lee Woo-jin, quizás uno de los malvados más malvados de la historia del cine, un personaje repleto daños físicos, morales, psicológicos y sentimentales, con una necesidad abominable de destruir todo a su paso, incluyendo su propia vida porque, para desenvolverse en ese lado oscuro con tanta naturalidad, deberá colocar su alma como parte de pago.
Entre estos dos personajes que renuncian a los estereotipos y se convierten en una especie de promotores del juego del gato y el ratón, cada cual con sus armas, cada cual con sus debilidades, mantendrán al espectador atento a la resolución de esta historia que toca los aspectos malévolos de este par de seres humanos.
Ambos están sujetos a ser una minúscula parte de un todo mucho más complejo, de un universo donde cada nacido en la tierra tiene todo y nada que ver al mismo tiempo.
La cinta hace un llamado muy claro a la audiencia, donde los invita a reflexionar sobre el rol de cada uno y de cómo cualquier acción, por tonta que sea, puede tener consecuencias y algunas de ellas pueden cambiar vidas e incluso, abonar la tierra de sepulcros y ser el inicio del declive final de uno mismo.

14.10.06

Camino a la Gloria


Juan Pablo Valero

En el mundo hay historias más poderosas que las de ficción y Hollywood nunca renunciará a ellas; las busca con desenfado para lograr la captación de la audiencia y obtener, por ende, el reconocimiento de los expertos de la academia, plasmado en premios de diferente naturaleza.
Una muestra de eso es "Camino a la Gloria", que narra un aspecto de la vida de Don Haskins (Josh Lucas), el primer entrenador de baloncesto universitario, en los Estados Unidos, quien utilizó una rotación completa de jugadores afroamericanos, algo que desafió el racismo en esa nación, hace ya varias décadas.
Josh Lucas intenta zafarse de sus papeles tradicionales e interpreta a un hombre complejo y, aun cuando ni él ni la película llegan al nivel de premio de la academia, sale airoso del compromiso.
El actor interpreta a un entrenador que quiere el triunfo para el equipo de una modesta universidad que le ha contratado. Nunca supo que haría historia con sus técnicas desafiantes y temerarias, al vencer no sólo en el tabloncillo sino en el enorme tablero de los prejuicios en donde jugaba gran parte de Estados Unidos para ese momento.
Al mando del modesto Texas Western Miners, este entrenador y sus siete jugadores afroamericanos darían una lección al mundo y revolucionarían por completo el deporte de las cestas al abrir puertas que se pensaban cerradas para siempre: la de la inclusión racial.
En esta película Walt Disney presenta su argumento de una manera delicada, sin la crudeza que se vivió realmente, porque tanto el entrenador como los jugadores se vieron afectados en su vida personal ya que fueron blanco de amenazas en contra de sus vidas y las de sus familias.
Como punto a favor está el hecho de que es producida por la compañía de Jerry Bruckheimer, el midas del cine y la televisión, gracias a sus películas como Los Piratas del Caribe y Bad Boys, quien suma éxitos con todas las series de televisión bajo el nombre de CSI; esto le da, sin duda, mucha presencia a la cinta pero al final, le falta intensidad a sus componentes.
El director Jamer Gartner es debutante en la gran pantalla pero tiene en su haber interesantes campañas publicitarias a escala mundial, por lo cual le ha logrado la confianza del estudio; el esfuerzo valió la pena porque realmente su trabajo es bastante bueno para el tipo de largometraje que estaba dirigiendo.
El elenco lo completan Derek Luke (Bobby Joe Hill), Austin Nichols (Jerry Armstrong), Mehcad Brooks (Harry Flournoy, Jr.), Alphonso McAuley (Orsten Artis), Damaine Radcliff (Willie "Scoops" Cager), Al Shearer (Nevil Shed), Samuel Jones III (Willie Worsley), Schin A.S. Kerr (David Lattin), Jon Voight (Adolph Rupp), Emily Deschanel (Mary Haskins), quienes en conjunto hacen un buen papel, aunque faltó una que otra individualidad para darle el toque de locura a la cinta la cual está cerca de ser cosa grande, pero la ausencia de algunos detalles claves, derriba todo el trabajo hecho.
De este conglomerado sólo se puede destacar al antagonista y ganador del premio Oscar, Jon Voight, quien da vida a Adolph Rupp, el entrenador de los Wildcats de Kentucky, un equipo que defendía la supremacía blanca en este deporte y con los mineros protagonizó uno de los encuentros más importantes de la historia del baloncesto.
Voigth, con una participación bastante corta, le dio el peso actoral a las escenas finales donde se definía el juego y el campeonato del baloncesto estudiantil de esa edición; a pesar de su empeño en mantener su equipo con sólo deportistas blancos, mostró siempre su lado humano y su condición de ganador, porque este personaje es uno de los más triunfadores, colocado en el banquillo histórico del juego de las canastas en las ligas universitarias.
En cuanto al reparto, se puede ver la presencia de Samuel Jones III, el mismo Pete Ross de la serie Smallville y de algunas promesas como Derek Luke, sin una figuración extraordinaria, pero efectiva para lo que se buscaba, mostrar una historia de valentía y tenacidad.
Esta película debe marcar una referencia para el cinéfilo, porque hay muchas referencias en la historia de este deporte que se han llevado al cine, de las cuales recomiendo dos en específico, una es "Coach Carter" con Samuel L. Jackson, quien da vida a otro entrenador famoso en la historia, llamado Ken Carter, quien no luchó contra el racismo, sino contra la mediocridad; en segundo lugar debe verse el largometraje "Rebound: la Leyenda de Earl Manigault", donde se retrata la vida del mejor jugador de basquet de todos los tiempos, "La Cabra", quien infundió temor en sus contrincantes y se perdió en el mundo de las drogas para luego emerger tratando de evitar que muchos jóvenes repitieran sus errores.
El escenario era propicio para que se diera esta revolución, porque la universidad queda muy cerca de la frontera con México y, por ello desde sus orígenes, ha tenido diversidad racial y de culturas; con esto se pudo gestar la revolución de Don Haskins, porque su base de operaciones le permitió la libertad de accionar según su conciencia.
También existen aspectos positivos en esta producción, como lo fue el manejo de los juegos, los cuales están repletos de emoción y de buenas jugadas, recreando a la perfección el estilo de juego del momento en que está situada la película pero con algunos toques del espectáculo que es la NBA hoy en día; esto le da movilidad a la trama y hace que la hora y media que dura la película sea bastante entretenida.
Algo que no se vio en la película es la importancia de la universidad. Esta casa de estudios fue la primera en otorgar licenciaturas para afromericanos y la pionera en contratar a un administrador con esta ascendencia. La universidad tuvo un retrato estéril en "Glory Road" y nunca se mostró que era la excepción en el sur, donde predominaba el criterio en contra de las razas que no eran blancas. De esa apertura nació la posibilidad de que Don Haskins cumpliera su labor entrenando a sus jugadores que se destacaban no por el color de su piel, sino por su calidad en la cancha.
"Camino a la Gloria" es una buena opción para ir al cine con la familia y no descuidar el hecho de que todos somos iguales, porque ante una cancha y un balón de cualquier deporte se desvanecen los colores, las posturas y los ideales. Todos somos iguales, tenemos un mismo corazón y el firme deseo de ganar.

7.10.06

Elipsis


Juan Pablo Valero

Hay que pensar lo impensable para lograr lo imposible; es una premisa que sin duda mueve a todo el equipo de la película venezolana "Elipsis", un filme que ha logrado lo que para muchos era una utopía hace unas décadas atrás: producir una película con una calidad impecable y con una temática diferente a lo visto anteriormente.
Según la definición de Wikipedia, la elipsis, "es una figura retórica que consiste en la supresión de algún término de la oración que, aunque sea necesario para la correcta construcción gramatical, se sobreentiende por el contexto".
El caraqueño Eduardo Arias Nath, director del filme, ha llevado esta figura literaria a cada fotograma de la historia, trastocando la cronología de los hechos hasta presentarlos en un orden que le dan un nuevo sentido al entendimiento e invita al público a editarlos según sus concepciones personales, enriqueciendo mucho más el producto, porque sale de la gran pantalla y se mezcla con la manera de pensar y de sentir de quien quiera aceptar el reto que le plantean a sus pupilas.
El director es un afamado desconocido porque ha estado detrás de las campañas publicitarias en Internet de películas como "Harry Potter", "Tesoro Nacional", "Buscando a Nemo", "Los Increíbles" y "Monster Inc", por mencionar algunas. Tras el estreno de "Elipsis", este personaje se ha convertido en un componente visible de la historia del cine criollo ya que de alguna manera su producción puede marcar un antes y después en la concepción del séptimo arte trajeado de amarillo, azul y rojo.
Esta cinta trata de los vaivenes del un par de amigos, quienes tienen que experimentar una serie de hechos bastante particulares que demuestran que la vida es una especie de "sube y baja", donde todo es posible y te invita a tomar como bandera aquello que se registra en el refranero popular que indica que uno no debe escupir en sentido ascendente, porque la fuerza de gravedad hará el resto.
Sebastián Castillo, interpretado por Edgar Ramírez, es un personaje que está en la gloria, pero un error en un consultorio odontológico mandará todos sus logros al cesto de basura y tendrá que convivir con sus demonios y fracasos, buscando una salida a sus calamidades.
Erich Wildpret da vida a Galo Vidal, un personaje que experimenta todo lo contrario que su amigo Sebastián, solo que a él se le puede aplicar la frase de la poeta de lo urbano, Laura Alfonso, amiga-hermana con quien sostuve una conversación y sacó a relucir lo siguiente: "me comí todas las verdes y ahora no me caben las maduras".
Con estos protagonistas comparten una gran variedad de actores pero dos en especial tienen un papel primordial como detonantes de todos los acontecimientos que llevan una especie de sello de piel quemada en la frente.
Gaby Espino, para muchos de los asistentes masculinos, tuvo un papel corto pero memorable, al igual que su anterior trabajo en "La Mujer de Mi Hermano"; pero en realidad su labor va más allá de la satisfacción de muchos, porque ella es la encargada de abrir el telón de los cambios en los personajes, al cubrir con sus deseos la brillantez de Sebastián y llevarlo a las penumbras donde arrastrará a sus seres queridos y todos los que se le atraviesen en su camino.
Seu Jorge, actor brasileño de películas como "Ciudad de Dios" y "La Vida Acuática", da vida a quizás el personaje más vistoso de este largometraje llamado "El Coyote", un despiadado narcotraficante que marca a los morosos y los lleva a situaciones apremiantes con un estilo muy particular.
"El Coyote" es el personaje más rico en cuanto a niveles cromáticos, porque en él recaen los mejores encuadres, los cuales lo elevan en una especie de Andre 3000 de Outkast, pero sin renunciar a su esencia de la tierra de la Samba y el Cristo del Corcovado.
El elenco también está conformado por Angélica Aragón ("El Crimen del Padre Amaro"); Dimas González, Jean Paul Lereoux (Ambos en "Secuestro Express"); Rafael Uribe ("Punto y Raya"); Alvaro Bayona (Pastor, de "Pedro el Escamoso"), y las debutantes Marisa Román y Cristina Dieckmann.
"Elipsis" es una muestra de que el cine nacional igualó cada acento de nuestra geografía, gastronomía, la manera de ver la vida por parte de nuestros habitantes; es decir, hay para todos los gustos; por la misma razón usted no puede perderse este episodio de la historia del celuloide venezolano.
Esta película nada tiene que envidiar a las grandes producciones del cine americano; porque quien la vea, al igual que la figura literaria de la elipsis, sabrá que con este filme la historia de nuestro arte está cambiando de residencia a un universo nuevo e ilimitado, aunque eso no esté escrito en ninguna parte