Rocky Balboa
Cuando en 1976 sonó la campanada para la primera entrega de la saga de Rocky, nadie daba un medio por ella, porque se trataba de una película con muy bajo presupuesto en un año donde las grandes superproducciones buscaban convertirse en la mejor de esa temporada.
Esta cinta se convirtió en un clásico en los corazones de los amantes del cine, su banda sonora se edificó como una serie de himnos para generaciones y esos tres días que se tardó el protagonista Silverster Stallone en escribir el guión dieron sus frutos, porque en la entrega 49 de los premios Oscar se alzó con la estatuilla a la mejor película, dejando en el camino a filmes como “Taxi Driver”, “Network” y “All the President's Men”.
Tres décadas después de este hecho se estrenó en los Estados Unidos la sexta y aparentemente la última película de este mítico boxeador, irónicamente con los mismos pecados de la primera como lo son un presupuesto bajo y la creencia de las críticos de que Rocky ya no tiene nada que buscar en el séptimo arte.
Stallone dirige, produce y escribe está cinta y su deseo más firme es darle un final digno al campeón del celuloide; cosa que no se dio en la quinta entrega, donde se mostró el lado más triste del peleador, lleno de miseria, derrotado, con su mundo en pedazos, nada especial para el hombre que pudo vencer en tantas batallas.
“Rocky Balboa” busca realizar un epitafio a la medida de uno de los personajes más queridos en la historia del cine y por eso merece todo el respeto; porque la meca del cine está acostumbrado a “sacarle el jugo” a todo lo que genere dinero en taquilla y muchas veces por el afán de seguir ganando destrozan la magia de esos argumentos y personajes.
Este boxeador de Filadelfia estaba en el cementerio de las taquillas y por eso se le dio a Stallone la oportunidad de hacer una película sobre este personaje de su creación, sin saber que en ese “punto final” estaba por demostrarles a muchos que el guerrero aún estaba por dar su último golpe.
Más de uno se sorprendió cuando en tres semanas de exhibición “Rocky Balboa” haya generado 50 millones de dólares en la boletería, a pesar de tener una paupérrima publicidad y menos salas de cine mostrándola al público. Si se suma el dinero de otros países, esta cinta de modesto valor le gana a superproducciones de al menos 15 veces su precio.
La historia parte de un Rocky ya retirado que contempla su vida desde su restaurante, en el cual se queda relegado a ser una gloria de pasado y en el cual existe una gran rabia, porque la vida le ha quitado todo lo que ha amado como su esposa Adrian, quien muere víctima del cáncer; su hijo huye de él, porque no puede vivir a su sombra. Su única conexión con su pasado es Paulie, su cuñado, quien no soporta la muerte de su hermana.
Rocky decide sacar sus demonios, volviendo a los cuadriláteros y esta vez le toca enfrentarse al campeón mundial Mason "The Line" Dixon (Antonio Tarver) en una pelea de exhibición, quien a pesar de sus logros ha perdido el amor de los fanáticos debido a sus fanfarronerías y la facilidad con la que gana los encuentros.
La idea del filme no es descabellada, porque en la vida real se han dado regresos de peleadores de avanzada edad como fue el caso de George Foreman y el personaje de Rocky no disimula sus años, tanto en su rostro como en sus movimientos lentos en el ring.
“Rocky Balboa” no tiene un final tipo Hollywood y en su trama no se obran milagros de ninguna naturaleza, siendo algo muy positivo para la historia de la misma. La película se centra en el renacer del “semental italiano” y de cómo recobra la fe en sí mismo, como le gana a golpes a su más voraz enemigo, el tiempo.
La actriz de origen irlandés Geraldine Hughes, se encarga de darle vida a la pequeña Marie, la misma que en la primera entrega de la cinta es salvada por el boxeador de caer en manos de una pandilla y en vez de agradecerle, tan sólo se limitó a regalarle una serie de oprobios que aún estarán presentes en la mente del protagonista en esta entrega.
Marie y Rocky se encuentran cada quien al lado de su soledad y deciden hacer un equipo para apoyarse el uno al otro, sin que eso se constituya en la relación salida de la nada y una contradicción al sentimiento de pérdida del campeón, quien extraña a cada segundo a su esposa Adrian.
Esta última película del luchador italiano es una despedida más decorosa para el personaje que se ha convertido en una referencia cultural innegable, el cual es catalogado por muchos, como uno de los más grandes de la historia y como tal se merece un adiós acorde a su aporte a la vida del cine.
“Rocky Balboa” es una cinta que no se debe pasar por alto, porque lejos de mostrar una enorme batalla en el cuadrilátero como las primeras cuatro cintas; nos indica que la gran pelea que se debe ganar es contra la adversidad, ante la cual no se debe tener compasión y jamás se debe llegar a diez en la cuenta, cuando se es derribado por ella.
Esta cinta se convirtió en un clásico en los corazones de los amantes del cine, su banda sonora se edificó como una serie de himnos para generaciones y esos tres días que se tardó el protagonista Silverster Stallone en escribir el guión dieron sus frutos, porque en la entrega 49 de los premios Oscar se alzó con la estatuilla a la mejor película, dejando en el camino a filmes como “Taxi Driver”, “Network” y “All the President's Men”.
Tres décadas después de este hecho se estrenó en los Estados Unidos la sexta y aparentemente la última película de este mítico boxeador, irónicamente con los mismos pecados de la primera como lo son un presupuesto bajo y la creencia de las críticos de que Rocky ya no tiene nada que buscar en el séptimo arte.
Stallone dirige, produce y escribe está cinta y su deseo más firme es darle un final digno al campeón del celuloide; cosa que no se dio en la quinta entrega, donde se mostró el lado más triste del peleador, lleno de miseria, derrotado, con su mundo en pedazos, nada especial para el hombre que pudo vencer en tantas batallas.
“Rocky Balboa” busca realizar un epitafio a la medida de uno de los personajes más queridos en la historia del cine y por eso merece todo el respeto; porque la meca del cine está acostumbrado a “sacarle el jugo” a todo lo que genere dinero en taquilla y muchas veces por el afán de seguir ganando destrozan la magia de esos argumentos y personajes.
Este boxeador de Filadelfia estaba en el cementerio de las taquillas y por eso se le dio a Stallone la oportunidad de hacer una película sobre este personaje de su creación, sin saber que en ese “punto final” estaba por demostrarles a muchos que el guerrero aún estaba por dar su último golpe.
Más de uno se sorprendió cuando en tres semanas de exhibición “Rocky Balboa” haya generado 50 millones de dólares en la boletería, a pesar de tener una paupérrima publicidad y menos salas de cine mostrándola al público. Si se suma el dinero de otros países, esta cinta de modesto valor le gana a superproducciones de al menos 15 veces su precio.
La historia parte de un Rocky ya retirado que contempla su vida desde su restaurante, en el cual se queda relegado a ser una gloria de pasado y en el cual existe una gran rabia, porque la vida le ha quitado todo lo que ha amado como su esposa Adrian, quien muere víctima del cáncer; su hijo huye de él, porque no puede vivir a su sombra. Su única conexión con su pasado es Paulie, su cuñado, quien no soporta la muerte de su hermana.
Rocky decide sacar sus demonios, volviendo a los cuadriláteros y esta vez le toca enfrentarse al campeón mundial Mason "The Line" Dixon (Antonio Tarver) en una pelea de exhibición, quien a pesar de sus logros ha perdido el amor de los fanáticos debido a sus fanfarronerías y la facilidad con la que gana los encuentros.
La idea del filme no es descabellada, porque en la vida real se han dado regresos de peleadores de avanzada edad como fue el caso de George Foreman y el personaje de Rocky no disimula sus años, tanto en su rostro como en sus movimientos lentos en el ring.
“Rocky Balboa” no tiene un final tipo Hollywood y en su trama no se obran milagros de ninguna naturaleza, siendo algo muy positivo para la historia de la misma. La película se centra en el renacer del “semental italiano” y de cómo recobra la fe en sí mismo, como le gana a golpes a su más voraz enemigo, el tiempo.
La actriz de origen irlandés Geraldine Hughes, se encarga de darle vida a la pequeña Marie, la misma que en la primera entrega de la cinta es salvada por el boxeador de caer en manos de una pandilla y en vez de agradecerle, tan sólo se limitó a regalarle una serie de oprobios que aún estarán presentes en la mente del protagonista en esta entrega.
Marie y Rocky se encuentran cada quien al lado de su soledad y deciden hacer un equipo para apoyarse el uno al otro, sin que eso se constituya en la relación salida de la nada y una contradicción al sentimiento de pérdida del campeón, quien extraña a cada segundo a su esposa Adrian.
Esta última película del luchador italiano es una despedida más decorosa para el personaje que se ha convertido en una referencia cultural innegable, el cual es catalogado por muchos, como uno de los más grandes de la historia y como tal se merece un adiós acorde a su aporte a la vida del cine.
“Rocky Balboa” es una cinta que no se debe pasar por alto, porque lejos de mostrar una enorme batalla en el cuadrilátero como las primeras cuatro cintas; nos indica que la gran pelea que se debe ganar es contra la adversidad, ante la cual no se debe tener compasión y jamás se debe llegar a diez en la cuenta, cuando se es derribado por ella.
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