Babel
Juan Pablo Valero
En medio de un torbellino de ideas, pensamientos y sentimientos se alza un cancerbero con sus cabezas repletas de sonidos y silencios que nos sumerge en un mar de incomunicación, porque la sociedad actual está repleta de lenguajes, sub lenguajes y un sinfín de interpretaciones, las cuales nos convierten en forasteros a pesar de hablar el mismo idioma.
"Babel", del director mexicano Alejandro González, toca este tema universal, como lo es la comunicación entre los seres humanos y cómo cualquier hecho, por pequeño que sea, trastoca el mundo de cada persona; en este caso un simple disparo desde una colina en Marruecos. Impactó de muchas maneras a personas en varias partes del globo y así, el resultado de una acción sencilla cambió el presente y el futuro de seres humanos en lugares tan distantes como México y Japón.
La historia parte del error que cometió un niño de Marruecos en el continente africano al disparar contra una unidad de transporte repleto de turistas americanos, para con ello medir el alcance de la bala, sin saber que pondrían al filo de la muerte a una mujer que escapaba de su mundo y que, luego de ese suceso, irónicamente, el mundo se concentró en su agonía.
Mientras tanto, en Estados Unidos sus hijos estaban a cargo de una señora oriunda de México, quien tenía la necesidad de cruzar la frontera para ver la boda de su hijo; para ello tendría que cometer el error más grande de su vida, al llevarse a los pequeños al otro lado, dándole la espalda al sentido común.
En la otra cara del planeta, en Japón, una adolescente sordomuda luchaba desesperadamente por encajar dentro de los jóvenes cercanos y buscaba con mucha insistencia ese roce humano que la hiciera sentir viva, encontrando, en la mayoría de los casos, el rechazo por su condición humana y por lo drástico de sus métodos al tratar de conseguir lo que ella consideraba la solución de sus problemas.
Un rifle que cruzó continentes y un disparo irresponsable ató a una decena de vidas, mostró nuevos caminos y dejó ver las consecuencias de los errores y esa paradójica relación entre la causa y el efecto; una sencilla muestra de la teoría del "efecto mariposa", que nace del proverbio chino que dice que "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
González Iñarritú maneja con maestría los principios estudiados por el meteorólogo Edward Lorenz y coloca a sus personajes en medio de una realidad que no es mecánica y mucho menos lineal, donde se tienen que enfrentar a su incapacidad de predecir y controlar los hechos que los rodean, ya que los mismos se presentan con diferentes caras y en diferentes órdenes.
Esta película debería ganar el premio de la academia por la complejidad del proyecto que combina idiomas como el inglés, español, árabe y japonés, mezclándolos con las diferencias que existen dentro de una serie de culturas que tienen protagonismo en el filme, una tarea titánica que hacía mucho tiempo no se veía en la gran pantalla.
El director entrelaza las situaciones más dramáticas con momentos de calma o alegría; un grito desgarrador con el más profundo de los silencios, un pálpito de muerte con una celebración de vida, la niñez y la vejez, la soledad absoluta con la más grande de las compañías; sin desentonar, creando escenas que se oponen unas a otras en perfecta armonía.
Las actuaciones son fenomenales, salvo la de los protagonistas Brad Pitt y Cate Blanchett, quienes personificaron a unos esposos en problemas que viajan lejos de su hogar para reencontrarse y seguir adelante; este par de conocidos actores pierden su protagonismo ante las grandes interpretaciones de sus compañeros de elenco y sólo se llevan el triste mérito de representar uno de los besos más espantosos que se hayan hecho en la historia del séptimo arte.
Rinko Kikuchi, quien le da vida a Chieko, se roba el show por su escenificación de una adolescente que no conoce límites a la hora de tratar, sin éxito, de conquistar el afecto de personas cercanas, mientras trata de huir de su mundo personal que la aprisiona en barrotes hechos de silencios y señas. Ella parte como favorita, junto Abigail Breslin y su compañera de elenco, para ganar el premio Oscar como mejor actriz de reparto.
Adriana Barraza hace su parte en perfecto español y con ello muestra el drama de ser una inmigrante ilegal en la tierra de las oportunidades, con todos los maltratos que eso conlleva. También se explora cómo su presencia en este país ha sido un pilar para las nuevas generaciones de estadounidenses, quienes de una u otra forma han sentido el cuidado de alguna persona de habla hispana. Ella pone en riesgo la seguridad de quienes considera sus hijos por ver un momento feliz en la vida de quien sí lleva su sangre y demuestra con hechos que el camino al infierno está repleto de buenas intenciones.
El guión de Guillermo Arriaga nos muestra a estos mundos sin ninguna intención de dar a la audiencia alguna lección moral rebuscada y mucho menos persigue demostrar que alguna raza o idioma es mejor que otra; por el contrario se centra en que cada uno de ellos es igual de vulnerable a los hechos que cuestionan la existencia y las ponen a prueba, porque al final todos son partes de uno y ese uno puede afectar a todos con cualquier acción que cometa.
Al igual que la torre de Babel, los seres humanos pueden encontrarse ante una incomunicación sin límites, a pesar de tener todos los medios para poder entenderse con cualquier alma en el planeta, porque en estos tiempos uno se ha olvidado de conversar consigo mismo y al lograr concordancia con nuestro ser, se puede entender cualquier palabra o seña, porque se estará hablando en el idioma universal de las almas.
"Babel", del director mexicano Alejandro González, toca este tema universal, como lo es la comunicación entre los seres humanos y cómo cualquier hecho, por pequeño que sea, trastoca el mundo de cada persona; en este caso un simple disparo desde una colina en Marruecos. Impactó de muchas maneras a personas en varias partes del globo y así, el resultado de una acción sencilla cambió el presente y el futuro de seres humanos en lugares tan distantes como México y Japón.
La historia parte del error que cometió un niño de Marruecos en el continente africano al disparar contra una unidad de transporte repleto de turistas americanos, para con ello medir el alcance de la bala, sin saber que pondrían al filo de la muerte a una mujer que escapaba de su mundo y que, luego de ese suceso, irónicamente, el mundo se concentró en su agonía.
Mientras tanto, en Estados Unidos sus hijos estaban a cargo de una señora oriunda de México, quien tenía la necesidad de cruzar la frontera para ver la boda de su hijo; para ello tendría que cometer el error más grande de su vida, al llevarse a los pequeños al otro lado, dándole la espalda al sentido común.
En la otra cara del planeta, en Japón, una adolescente sordomuda luchaba desesperadamente por encajar dentro de los jóvenes cercanos y buscaba con mucha insistencia ese roce humano que la hiciera sentir viva, encontrando, en la mayoría de los casos, el rechazo por su condición humana y por lo drástico de sus métodos al tratar de conseguir lo que ella consideraba la solución de sus problemas.
Un rifle que cruzó continentes y un disparo irresponsable ató a una decena de vidas, mostró nuevos caminos y dejó ver las consecuencias de los errores y esa paradójica relación entre la causa y el efecto; una sencilla muestra de la teoría del "efecto mariposa", que nace del proverbio chino que dice que "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
González Iñarritú maneja con maestría los principios estudiados por el meteorólogo Edward Lorenz y coloca a sus personajes en medio de una realidad que no es mecánica y mucho menos lineal, donde se tienen que enfrentar a su incapacidad de predecir y controlar los hechos que los rodean, ya que los mismos se presentan con diferentes caras y en diferentes órdenes.
Esta película debería ganar el premio de la academia por la complejidad del proyecto que combina idiomas como el inglés, español, árabe y japonés, mezclándolos con las diferencias que existen dentro de una serie de culturas que tienen protagonismo en el filme, una tarea titánica que hacía mucho tiempo no se veía en la gran pantalla.
El director entrelaza las situaciones más dramáticas con momentos de calma o alegría; un grito desgarrador con el más profundo de los silencios, un pálpito de muerte con una celebración de vida, la niñez y la vejez, la soledad absoluta con la más grande de las compañías; sin desentonar, creando escenas que se oponen unas a otras en perfecta armonía.
Las actuaciones son fenomenales, salvo la de los protagonistas Brad Pitt y Cate Blanchett, quienes personificaron a unos esposos en problemas que viajan lejos de su hogar para reencontrarse y seguir adelante; este par de conocidos actores pierden su protagonismo ante las grandes interpretaciones de sus compañeros de elenco y sólo se llevan el triste mérito de representar uno de los besos más espantosos que se hayan hecho en la historia del séptimo arte.
Rinko Kikuchi, quien le da vida a Chieko, se roba el show por su escenificación de una adolescente que no conoce límites a la hora de tratar, sin éxito, de conquistar el afecto de personas cercanas, mientras trata de huir de su mundo personal que la aprisiona en barrotes hechos de silencios y señas. Ella parte como favorita, junto Abigail Breslin y su compañera de elenco, para ganar el premio Oscar como mejor actriz de reparto.
Adriana Barraza hace su parte en perfecto español y con ello muestra el drama de ser una inmigrante ilegal en la tierra de las oportunidades, con todos los maltratos que eso conlleva. También se explora cómo su presencia en este país ha sido un pilar para las nuevas generaciones de estadounidenses, quienes de una u otra forma han sentido el cuidado de alguna persona de habla hispana. Ella pone en riesgo la seguridad de quienes considera sus hijos por ver un momento feliz en la vida de quien sí lleva su sangre y demuestra con hechos que el camino al infierno está repleto de buenas intenciones.
El guión de Guillermo Arriaga nos muestra a estos mundos sin ninguna intención de dar a la audiencia alguna lección moral rebuscada y mucho menos persigue demostrar que alguna raza o idioma es mejor que otra; por el contrario se centra en que cada uno de ellos es igual de vulnerable a los hechos que cuestionan la existencia y las ponen a prueba, porque al final todos son partes de uno y ese uno puede afectar a todos con cualquier acción que cometa.
Al igual que la torre de Babel, los seres humanos pueden encontrarse ante una incomunicación sin límites, a pesar de tener todos los medios para poder entenderse con cualquier alma en el planeta, porque en estos tiempos uno se ha olvidado de conversar consigo mismo y al lograr concordancia con nuestro ser, se puede entender cualquier palabra o seña, porque se estará hablando en el idioma universal de las almas.
1 comentario:
hola a pesar que no me parece la película mas acabada de Iñarritu, opino que todos los personajes con edades, vidas, cultura diferentes, se humanizan y se vuelven uno solo cuando sufren, hoy en día a pesar de tanto modernismo vivismo en las más absoluta incomunicación
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