22.3.08

Un clásico "malandrizado"


Cyrano Fernández, es una de las últimas películas venezolanas que llegan a las carteleras de su propio feudo, una versión libre y malandrizada de la obra de teatro de Edmond Rostand, la cual ha sido llevada al cine en diversas ocasiones y en la mayoría de ellas se ha ganado los favores de la crítica y en casos más contados con lo de la audiencia.
En el caso de la versión venezolana, su arranque en taquilla ha demostrado su aceptación por el público y los críticos coinciden que este filme es valiente al salirse de los esquemas que se estaban volviendo tradicionales, para entrar a la barriada y hacer una contundente crítica social.
El Cyrano nacional es un malandro de fiereza implacable; de una virtud inconmensurable a la hora de aplicar fuerza con uno de sus dedos al gatillo de su arma; desfigurado por la propia violencia del barrio y enamorado de una hermosa joven en silencio.
Este personajes es una representación de Robin Hood, pero a diferencia del arquero medieval, este no se enconchaba en el Bosque de Sherwood, sino en su barrio, donde sus camaradas lo seguían a donde fuera, en su afán de reventar las ataduras que mantenían retenida a la justicia y a la verdad.
Alberto Arvelo regresa luego de su exitazo con el documental Tocar y Luchar, el cual marcó una experiencia muy agradable en el cine nacional, especialmente en los estrenos, que estaban acompañados por la presencia de la magistral música de nuestras orquestas juveniles.
Arvelo ingresa a una de las zonas más pobres del país, una montaña invadida de sueños rotos y edificaciones a medio camino, los cuales eran amarrados por una serpiente de peldaños que no avisa a quien iba a emponzoñar en el camino.
Lejos de presentar la típica imagen del averno de concreto que se cierne en la sien de la capital, se muestra al público otra visión, donde se compara la fealdad de las paredes roídas por las ratas, la desilusión y las balas; con la belleza de la gente que reside en esos lugares, mostrando a la pupila ajena encuadres hermosos y melancólicos, donde el cielo parece olvidar su lugar en el mundo y trata de fundirse con los techos de cartón y de zinc, del reino de los olvidados.
Cyrano es interpretado bastante bien por Edgar Ramírez, quien una vez más demuestra su talento actoral y su presencia ante las cámaras, siendo el relevo de nombres como Orlando Udaneta, Pedro Lander y Miguel Angel Landa, a la hora de hablar de los rostros del cine nacional.
Su contraparte el debutante Pastor Oviedo, quien interpreta a Cristian hace un papel medianamente aceptable al representar a un exiliado en su propia patria, un hombre lleno de ideales y en el cual nace un amor sin fronteras por Roxanna a quien no puede hacer abdicar ante su sentimiento porque su verbo es corto y áspero, sus palabras son cortantes, despojadas de corazón, y sus diálogos carecen del alma tan necesaria para envolver como brazos a la frágil y hermosa anatomía de esa mujer de sueños.
Roxanna es escenificada por la modelo Jessica Grau, quien le faltó experiencia para registrar un papel creíble, pero que al ver su trabajo en la otra cinta criolla que está en cartelera, se puede ver que tiene un gran futuro en esta industria y que está mejorando en sus registros.
La línea argumental sobre la obra de teatro de Edmond Rostand es más o menos la misma y por lo mismo usted verá a Cristian pidiendo ayuda a Cyrano para que le escribas cartas de amor a su amada, debido a su fama para redactar textos sobre viejos papeles y servilletas.
Cyrano, habla entre líneas del amor, del temor y de la amistad, de como convergen en medio de una tempestad o reposan silentes cuando la existencia se constituye como un mar en calma.
Esta historia universal cuestiona al miedo y al hecho de quedar detrás de un paso arrepentido, a la hora de expresar el amor, por temor a ser rechazado.
Su tratamiento le llegará a todos los Cyranos que existen en el país, a todos aquellos seres que a través de varios medios hacen llegar sus pensamientos al amor de su vida y que muchas veces logran conquistarlo a través de emails, cartas anónimas, pero que por temor se queda escondido en el anonimato y en su enorme gama de sombras.
Para el Cyrano de Arvelo, el amor es como una bala, certera y casi imperceptible, la cual perfumada con metralla se aloja en el corazón del trío de protagonistas, dejando esquirlas y una gran necesidad de amar como si fuera el último día, de amar como un desesperado, porque al final la vida se resume en los momentos en que este loco sentimiento se ha apoderado de cada quien, de sus pasos, de sus miradas y de cada fragmento de respiración.
Entre amores, sangre, muerte y la necesidad de sobrevivir en los pesebres de Caracas, se narra una historia poderosa y encantadora, impulsada por el dedo en el gatillo del líder Cyrano, quien busca la paz de su gente y es capaz de dar su vida porque eso se conquiste en un terreno donde un grupo de traficantes han sembrado tormentas y oscuridad.
Si tiene la oportunidad vaya a ver esta cinta en las salas de cine, sin duda encontrará muchas cosas interesantes en ella, especialmente la certeza de que el cine venezolano se está levantando, buscando el lugar que se merece.
Este año será muy movido en cuanto al estreno de películas nacionales, por eso es necesario dar el apoyo necesario para que sean un éxito en taquilla, y así fortalecer nuestra industria, que está dando pasos agigantado.

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