10.6.05

Hostage: Un error sería mortal

Juan Pablo Valero
AÑOS DE aciertos y una excelente carrera pueden irse al caño, al cometer un simple error. Una de las premisas más lamentables de la vida es que no vales por las cosas buenas que haces, sino por las equivocaciones que protagonizas, aunque suene cruel es una de las verdades más contundentes de nuestro trajinar por el mundo y esto lo vivió Jeff Talley protagonista de la película Hostage.
Talley, quien es interpretado por el siempre funcional Bruce Willis, es un agente encargado de negociar en situaciones de rehenes y comienza el filme en medio de una situación habitual, donde tiene que lidiar con un demente que piensa que su esposa le es infiel y ha tomado la decisión de asesinarla junto con su hijo.
El agente tiene que decidir entre la vida del pequeño y la vida del celópata y toma una opción inclinada a salvarlos a todos, pero al final la situación terminará con disparos, una boca ensangrentada, dos almas rumbo al infierno y otra al cielo.
Puede que la revelación de estos datos moleste a algunos lectores, pero seamos sinceros, hasta este punto tenemos un cliché casi institucional de las películas norteamericanas, donde el protagonista comete un error y decide dejar de ser lo que es, para huir de esa situación que lo atormentará por años.
Con el alma reseca de toda esperanza, Jeff Talley se muda a un tranquilo condado, donde se convierte en el jefe de la policía local, en medio de esa segunda oportunidad ve como su matrimonio se desmorona y su familia comienza a desaparecer de su vida.
Irónicamente todo estaba a punto de cambiar por una decisión que no tomó, cuando un grupo de jóvenes hacía cosas incorrectas en medio de la vía y él lo dejó pasar por alto, por tratarse de unos muchachos, a pocos metros estaba el Sr. Smith y su familia.
Este trío de agrupaciones definirían los hechos que sucederían pocos minutos después. Los perturbados adolescentes deciden seguir a los Smith para poder despojarlos de su auto, pero al final la Ley de Murphy se hace presente y todo se complica, colocando toda la fuerza policial sobre la casa de las víctimas del acto delictivo.
Talley decide salirse del juego y entregar el mando a otro negociador y cuando estaba a punto de llegar a su casa es secuestrado por un grupo de misteriosos personajes que le piden que intervenga en la situación o si no perderá muchas cosas valiosas.
Ante esta situación el jefe de la policía local regresa al sitio y comienza a enfrentarse a un juego de criminales, los primeros dentro de la casa, los otros en los lugares más complicados para un policía y unos terceros en medio de los otros dos.
En la casa los tres adolescentes son de diferentes personalidades; el inocente; el que quiere ser el malo de la partida; y el verdadero psicópata. A pesar de ser jóvenes y sin experiencia en el mundo del crimen, darán muchos dolores de cabeza, especialmente a los otros antagonistas de la película.
Lo agradable del filme, es que los malos se enfrentan en un "todos contra todos" y que te trae sorpresas, porque el menos poderoso se convierte en un verdadero asesino que puede atemorizar hasta el propio Hannibal Lecter. En medio de una escena por demás fenomenal, otra vez la boca ensangrentada hace acto de presencia agarrada de la mano con botellas con material incendiario y mucho fuego. En esta parte se define la situación central de la cinta, para dar paso a otra mucho más complicada.
Otro aspecto interesante, es que la trama no se preocupa por responderle al espectador las razones de los antagonistas de hacer todas esas cosas y mucho menos identificarlos, aunque se juega con las personas que ven el largometraje, dando pistas que jamás serán resueltas.
Florent Siri en su papel del director hace un buen trabajo, le da toques de gloria a los fotogramas que pasarán por los ojos de los espectadores y a pesar de eso no se despega de lo que debe ser una película de ese género. Las actuaciones son muy buenas, especialmente la de Ben Foster, quien hace de un despiadado adolescente, que al final será el protagonista indiscutible de toda la secuencia final.
Quien desee asistir a las salas de cine a ver este filme, no saldrá defraudado, porque no es predecible y no tiene los finales comunes, donde los buenos salen ganando, porque al final la vida es despiadada y no se caracteriza por perdonar el error que cometemos, porque al final ese elemento prevalecerá sobre todo lo bueno que hagamos.

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