Luminol para las pupilas
Juan Pablo Valero
Cuando se pensó que todo estaba escrito en series policiales, irrumpió en el panorama la serie de televisión CSI, la cual se estableció de inmediato en la cúspide por la sencilla razón de ser única en su especie.
CSI se convirtió en su propia marca, algo que la coloca en los anales de la historia de la televisión americana, porque por primera vez en mucho tiempo un seriado era el origen de las copias y de los tributos y no al contrario.
Las tomas de las acciones de las armas asesinas en el cuerpo humano y el punto de vista interna en las laceraciones y traumatismo son propias de CSI, algo atrevido para el momento, porque nadie había realizado un despliegue visual donde la sangre, las balas y la pólvora, formaran parte de una composición sencillamente asombrosa.
Otro punto a su favor es que colocó los términos epiteliales, luminol, ADN, asfixia, hemorragia petequial, evidencia, huellas, pisadas, en el acerbo del colectivo y cambió maneras de pensar sobre el crimen, porque más de uno al ver esta serie quisiera ser un criminalista.
Al ritmo de la cadenciosa "Who Are You" del grupo The Who, esta serie no tiene a los típicos policías que persiguen carros, se caen a golpes en bares y a fuerza de interrogatorios llegan al asesino; mucho menos se usa el cliché de la placa y el arma en la mesa, cuando todo sale mal. Por el contrario, muestra un equipo de científicos dedicados a conseguir cualquier pista, para poder llegar al asesino, violador, ladrón, estafador quien decida cometer una felonía en la ciudad de Las Vegas.
El manejo de los personajes es sencillamente espectacular, con transiciones leves que van llevando al espectador a la consecución de los dramas de cada uno, sin empalagar y mucho menos aburrir. Se sabe que el mal uso de este elemento puede acabar con éxitos, como fue el caso de "Roswell" donde quemaron todos los cartuchos en la primera temporada y cuando llegaron a la segunda, sólo les quedó bajar la Santamaría, porque no tenían nada que decir.
Gil Grissom, es un científico con todas la de la ley. Su norte es la evidencia y busca en ella todas las respuestas necesarias, su pasado es un total misterio y por la misma causa, el futuro de su personaje siempre sorprende; durante las seis temporadas ha debido lidiar con sus limitaciones a la hora de comandar un equipo lleno de talentosos investigadores.
Catherine Willows fue una bailarina exótica antes de entrar a la investigación de los sucesos; Warrick Brown, es un adicto al juego que tiene que luchar con sus demonios para conseguir la paz; Nick Stoke, es el noble y obediente servidor de la ley, quien se mete en problemas por sus condiciones humanas; Sara Sidle es la solitaria profesional, que cubre sus pecados y secretos con exceso de trabajo.
Esta combinación de los personajes principales con los secundarios, crea una segunda trama más impactante que los propios crímenes a resolver. Hasta la quinta temporada de la serie se ha generado una serie de preguntas sin respuesta en la audiencia como es el caso de ¿Qué le paso al Dr. Robbins en sus extremidades inferiores?; ¿Quien es el Gil Grissom del pasado?, ¿En qué parará, los desasosiegos de la hija del detective Jim Brass?, ¿Cómo Greg Sanders obtuvo el trabajo en CSI?, ¿Cuál será la situación que originó la tensión entre Eckley y Grissom?, ¿Cómo conoció Gil a Sara en San Diego?, ¿Qué personaje de la serie dará un giro repentino? Para muchos de los seguidores de la serie ese es el elemento que los mantiene pegados al serial, porque quieren descubrir los verdaderos misterios que se ocultan en cada uno de los personajes.
El éxito ha sido rotundo y su nivel se ha ubicado en la categoría "Fenómeno de Masas", debido a su credibilidad y al hecho de que todos los aspectos tocados en esta producción para CBS son consultados con expertos forenses y gracias a estos aspectos se forma al televidente, mientras se le entretiene, cosa que brilla por su ausencia en la mayoría de los programas de la caja chica.
En un inicio se dijo que CSI formaba a los criminales por la veracidad de los hechos presentados, los cuales podrían ser usados para perfeccionar sus asesinatos, violaciones y otros hechos delictivos. Los altos niveles de audiencia cerraron las bocas detractoras y sólo se conoció el éxito que hasta el momento parece no tener ni el más mínimo signo de decadencia.
CSI supo capturar el morbo global, gracias a una buena dosis de misterio, la técnica narrativa de ir llevando al espectador al mismo ritmo que los investigadores en la resolución del crimen y la explotación de ese deseo de que un corazón delator (o cualquier órgano chismoso) de la pista vital para que los hombres que determinan quienes son los culpables, le echen su mano enguantada y demuestren que el brazo de la ley no tiene limites, porque ya viaja a la velocidad del ácido desoxirribonucleico.
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