17.4.07

El Hombre del año


Juan Pablo Valero

La honestidad es una de las características de las que más se presume hoy en día y que, desgraciadamente, es una de las que más se carece. En una sociedad donde se ha implantado la norma que el fin justifica los medios, varios valores pasan a un segundo plano.
"El hombre del año" es una de las últimas producciones del reconocido actor Robbie Williams y aborda, entre otras cosas, ese punto y se centra en la diatriba de decir la verdad a toda costa, a pesar de sacrificar un sueño personal y un proyecto que pudiera cambiar al mundo.
Dirigida y escrita por Barry Levinson (el mismo de "Rain Man"), "El hombre del año" es una película que cumple con todos los niveles que podrían ser exigidos por el espectador, porque tiene tres elementos interesantes. El primero es la comedia que le inyecta el protagonista Robbie Williams; el segundo es el suspenso que está a la altura de las producciones taquilleras del género; y el tercer punto es la pugnaz crítica al sistema de gobierno de los Estados Unidos en las recientes administraciones.
La película se centra en la figura de televisión Tom Dobbs (Robbie Williams) quien en su programa se encarga de satirizar la actualidad política de su país y decide salir de su espacio -la caja chica que es la televisión- para tratar de lograr un cambio en los destinos de la Casa Blanca optando por lanzarse a la presidencia de su país de manera independiente.
Dobbs cuenta con un grupo de amigos muy valiosos, quienes siempre le brindan su apoyo y le dicen lo que piensan sin ningún miramiento ni tacto, usando un verbo mordaz pero lleno de sinceridad. Entre ellos destaca su manager Jack Menken, interpretado por el actor Christopher Walken, quien le da vida a un personaje bien interesante, adicto al cigarrillo y a la palabra.
Walken ha tratado de desprenderse un poco de su imagen de malo ya que es uno de los mejores actores del mundo, a la hora de escenificar antagonistas, pero con su rol de Jack Meneen pone de manifiesto que se puede hacer un papel positivo sin desprenderse de la chispa de cualquiera de sus personajes famosos.
Al entrar en competencia, Dobbs se separa de su personalidad ácida y cómica para tratar de ser un contendor serio y por eso va en contra de sus amigos, quienes le piden que le inyecte algo de su característico humor a la pretensión de ocupar la Casa Blanca.
Este candidato independiente no usa ni un centavo en la publicidad en los grandes medios de comunicación, ya que considera que eso es deberle favores a mucha gente y que ese sistema de intereses ha perjudicado la democracia en los Estados Unidos.
Su momento estelar llega con un debate entre los principales candidatos y, gracias a su poco común actuación y su manera de decir las cosas, se mete en la pelea de las elecciones, aunque eso, al final, le daría una prueba aun más difícil.
En esas elecciones se estrena un sistema computarizado que se encarga del conteo de los sufragios y una de sus empleadas se da cuenta que el mismo tiene una falla que altera las votaciones y no cumple con la voluntad del electorado.
Esta trabajadora, llamada Eleonor (Laura Linney), es atacada duramente por la empresa porque hay mucho dinero en juego, así que trata de desacreditarla y posteriormente silenciarla para que no afecte las ganancias de esa corporación, aun si su producto no cumple con la misión primordial que es resguardar la voluntad del colectivo.
Eleonor contacta a Dobbs en su desesperación por decirle al mundo la verdad y el protagonista deberá decidir entre respetar un resultado aceptado por la mayoría, debido a la imagen blindada del sistema de votación, o ponerse en contra de todos para defender la verdad y a una persona que fue severamente atacada por querer ser honesta.
Las actuaciones de este largometraje cumplen con lo exigido y su mérito está en lo creíble que se torna, sin la necesidad de un despliegue histriónico de grandes proporciones.
La trama mantiene al espectador en diferentes estados durante el desarrollo de la misma; lo somete a la risa por las ocurrencias de los personajes, luego los ata a la butaca con un buen suspenso; posteriormente los pone a pesar y a decidir por adelantado lo que deben hacer los protagonistas ante una determinada situación y, al final, cuando esta producción se acaba, coloca al visitante en la posición de pensar si el resultado de todo es el adecuado y preguntarse qué haría si se calzara los zapatos de los involucrados en esta hipotética situación.
"El hombre del año" es un filme muy interesante y se puede ver en familia porque en él se tratan muchos tópicos interesantes de discutir con los suyos, con las amistades, con los conocidos. Toca puntos universales como la verdad, la justicia y obrar siempre bajo el estatus de lo correcto, aunque eso cueste más de lo que uno se pueda imaginar.

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